Un reencuentro con el desbande, el ruido de los gritos, conversaciones inteligibles y el pogo contundente que dan forma a un verdadero Festival de ROCK.
El viernes 12 de julio se llevó a cabo un exitoso experimento musical organizado por los aguerridos alumnos de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Iniciaron como a las 7pm con las bandas en condición de local que salieron a empezar a calentar un poco la noche para los primeros asistentes y curiosos que se dejaron guiar por los golpes de batería y las guitarras rasgadas a punta de mucho entusiasmo.
«A espaldas de la Facultad de Letras» indicaba, para más señas, el afiche respectivo. Había oído ya muchas historias acerca de cómo disfrutan en San Marcos de los conciertos organizados con sangre, sudor y lágrimas los propios estudiantes. No hizo falta más que hacer una consulta a un uniformado vigilante de la puerta Nro. 3…
– Maestro… ¿Dónde quedan los «Tubos»?
– ¿Vas para el concierto? – Me consultó mientras rebuscaba con la vista algún producto de contrabando.
– Afirmativo. – Dije con la mayor intención de pasar por un estudiante más (de 47 años).
– Te vas por acá hasta el fondo, después sigues la vereda a la derecha hasta letras… de ahí sigues la bulla de miércoles esa nomás. – Sentenció apurado.
Con la «X» marcada en el mapa me resultó igual de complicado llegar al lugar de los hechos, pero se pudo… siempre se puede.
Ya había caído la noche sobre la corta explanada llena de muchachos que desafiaban el frio con ese calor interior que se suele tener a esa edad y los cigarros encendidos que se pitaban casi sin saber cómo cuando ubiqué mi lugar al lado del escenario improvisado debajo del toldo de un pequeño local de comida rápida.
El equipo de sonido luchaba valientemente por mantenerse a flote y cumplía su misión con bastante honorabilidad. Un muchacho al micrófono dejaba el alma en cada salto animado por la primera fila del pogo que a esas horas ya estaba armado y dispuesto a todo. Una batería conseguida con mucha suerte y bastantes piezas de distintos dueños marcaba el ritmo del punk de turno.
Las bandas seguían su curso en el escenario con pocos minutos entre cada una, tal vez muy pocos para poder diferenciarlos apropiadamente, pero con las ganas intactas y la energía completa. El poco espacio que nos encerraba entre la primera fila del pogo y la pared de un pintoresco lugar llamado «papas fritas» que, seguramente había visto días mejores, nos resguardaba apenas de las patadas y empujones acostumbrados y nos dejaba a una distancia perfecta para unas cuantas fotos y videos.
Los Estelares
Debo confesar que al recibir a Psicosis y charlar un rato con ellos recordé lo importante que era para un fan del rock «subte» ochentero limeño, la interacción directa. No con la estrella de la música, o los divos del escenario; sino la cercanía de un igual. De un muchacho cuya única diferencia con uno era su habilidad con la guitarra, con la batería, el bajo o la voz. Psicosis marcó una época de desencuentro social… de separación forzada de clases, de los de arriba y de los de abajo. Tomó la vanguardia en la marcha contra la injustica, la barbarie y la torpe democracia peruana de aquella época.
Mi duda era, básicamente, si aquellos chicos que para esa hora ya colmaban los jardines y veredas, reconocerían o simplemente habrían oído nombrar a la banda. La respuesta llegó de inmediato cuando se acercaron a pedir fotos a Béjar y asociados. De ahí en adelante, la noche no pudo haber sido mejor. La memoria se reactivó, el audio mejoró, la batería revivió y el publicó disfrutó una a una de las eternas letras de Psicosis y la energía puesta en cada embestida. La conexión está viva, amigos míos. La historia está de nuestro lado y tiene mucho que enseñar a todo aquel que desee escuchar.
Sin duda alguna, una noche que creció en intensidad y pulcritud musical con cada banda que tomaba el escenario. Un pequeño lugar, extraño para tocar, dificil para oír, pero con un ánimo y espíritu que ya quisieran muchas grandes arenas de esta oscura y escondida ciudad en el rincón más punk del mundo.
Atentamente,
Los viejos sabios del rock.